¿Quién es San Miguel Arcángel?
San
Miguel es uno de los siete arcángeles y aparece en la Biblia, al igual que
Gabriel y Rafael. La Santa Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los
arcángeles y le llama "Príncipe de la Milicia Celestial".
Miguel quiere decir: ¿Quién como
Dios?. Es decir: ¿quién es tan grande, tan amable y justo como Dios?. Conociendo
el significado de su nombre tal vez nos preguntemos: ¿quién es San Miguel?, ¿de
qué o de quién nos protege?, ¿cuál es su misión?
Ya
desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios y
su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento. Es representado como el
ángel guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su pie sobre el enemigo
infernal, amenazándole con su espada o traspasándolo con su lanza. Suele
representárselo con una balanza, pues es defensor de la justicia y su fiesta es
la más antigua de las instituidas en honor de los ángeles, la única que se
celebraba en los primeros tiempos.
La
cristiandad, desde la Iglesia primitiva, lo venera como quien derrotó a Satanás
y sus seguidores y los echó del cielo. Es reconocido como guardián de los
ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector de los
cristianos contra los poderes diabólicos. Es conocido como el ángel de la
plegaria y de la adoración y, finalmente, presentador de las almas de los
difuntos a la luz del Paraíso, “la luz santa prometida a Abraham y a su
descendencia”. En la liturgia, la Iglesia nos enseña que este arcángel está
puesto a custodiar el paraíso y llevar a él a aquéllos que podrán ser recibidos
allí. A la hora de la muerte, se libra una gran batalla, ya que el demonio tiene
muy poco tiempo para hacernos caer en tentación, o desesperación, o en falta de
reconciliación con Dios. En este momento, San Miguel, está al lado del moribundo
defendiéndolo.
San
Miguel es nuestro protector y para cumplir la misión de protector es necesaria,
además de del poder, otra cualidad: la bondad. Su bondad, es tan grande como su
poder. Bajo sus órdenes, todos los ángeles trabajan por la protección de los
hombres. Ahora cabría preguntarnos: ¿nosotros nos empeñamos tanto como ellos en
nuestra propia salvación?
Por
otro lado, San Miguel es nuestro modelo. Modelo de recogimiento y de unión con
Dios. Es modelo de inocencia y de pureza, no tiene sino pensamientos y deseos
santos, modelo de humildad, confiesa que Dios lo es todo y que toda persona debe
quitar de sí el orgullo, la ambición y la vanidad. Es también modelo de celo.
Sólo aspira a hacer amar a Dios y a Jesucristo, su hijo. San Miguel es modelo de
dulzura
El
procede en todas sus acciones con perfecta calma y nos muestra claramente que la
modestia, la dulzura y la paciencia son las mejores armas contra nuestros
enemigos
En
San Miguel encontramos el modelo de todas las virtudes.
Se
nos enseña en la tradición que San Miguel preside el culto de adoración que se
rinde al Altísimo y ofrece a Dios las oraciones de los fieles simbolizadas por
el incienso que se eleva ante el altar. La liturgia nos presenta a San Miguel
como el que lleva el incienso y está de pie ante el altar como nuestro
intercesor y elportador de las oraciones de la Iglesia ante el Trono de Dios.
También hay que notar las apariciones marianas que han incluido manifestaciones
de San Miguel, su relación con la Eucaristía, y a la adoración debida a Jesús
Eucarístico y a la Santísima Trinidad.
San Miguel en las Sagradas
Escrituras
En el Antiguo
Testamento:
En
el libro de Daniel, Dios envía a San Miguel para asegurarle a Daniel su
protección (Dn. 10,13 - 12,1) y guiar al pueblo de Israel por el
desierto.
En
el libro del Exodo (23,20), el Señor dijo a los Israelitas: «Yo voy a enviar un
ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el
lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz...».
En
Judas 9, se observa a San Miguel altercando con el diablo y disputándose el
cuerpo de Moisés, que había muerto. En obediencia al mandato de Dios, San Miguel
escondió la tumba de Moisés, ya que la gente y también Satanás querían exponerla
para llevar a los Israelitas al pecado de idolatría.
También se hace alusión a San
Miguel en: 2 Mac. 11,6 y 15,22.
En
la actualidad, los judíos invocan al Arcángel Miguel como el principal defensor
de la sinagoga y como protector contra sus enemigos. En la fiesta de la
expiación concluyen sus oraciones diciendo: «Miguel, príncipe de misericordia,
ora por Israel».
En el Nuevo
Testamento:
Aquí
también el papel de San Miguel es muy importante pues continúa su poderosa
defensa. Con sus ángeles, libra la batalla victoriosa contra Satanás y los
ángeles rebeldes, los cuales son arrojados del cielo. Es por eso venerado como
guardián de la Iglesia. «Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus
Angeles combatieron con el Dragón y éste contraatacó con sus ángeles, pero
fueron vencidos y expulsados del cielo...» Apoc. 12,7-9.
El
honor y la veneración a San Miguel, ha sido parte esencial de la vida de la
Iglesia desde sus inicios. Se le han atribuido innumerables beneficios
espirituales y temporales. El emperador Constantino atribuyó a este arcángel las
victorias sobre sus enemigos y por ello le construyó cerca de Constantinopla una
magnífica iglesia en su honor que se convirtió en lugar de peregrinación, donde
muchos enfermos recibieron sanación por la intercesión de San Miguel.
¿Por qué necesitamos a San
Miguel?
Como
remedio contra los espíritus infernales que se han desencadenado en el mundo
moderno, somos llamados a invocar y buscar la ayuda de San Miguel. Dice el
Cardenal Mermillod: "En estos tiempos, cuando la misma base de la sociedad está
tambaleándose como consecuencia de haber negado los derechos de Dios, debemos
revivir la devoción a San Miguel Arcángel y con el gritar: ¡¿Quién como
Dios?!"
"La
veneración a San Miguel es el más grande remedio en contra de la rebeldía y la
desobediencia a los mandamientos de Dios, en contra del ateísmo, escepticismo y
de la infidelidad." (San Francisco de Sales)
Precisamente, estos vicios son muy
evidentes en nuestros tiempos. Más que nunca necesitamos la ayuda de San Miguel
en orden a mantenernos fieles en la Fe. El ateísmo y la falta de fe han
infiltrado todos los sectores de la sociedad humana. Es nuestra misión como
fieles católicos confesar nuestra fe con valentía y gozo, y demostrar con celo
nuestro amor por Jesucristo.
Como
individuos, como naciones, como Iglesia, estamos en gran batalla espiritual. Es
nuestro deber de amor usar todas las armas espirituales para batallar con amor,
fortaleza y astucia. La Virgen dijo a la Venerable María Agreda: "Mi hija, no
hay palabras humanas que puedan describir el horror del mal que hay en Lucifer y
en sus secuaces; y cómo sus dardos están dirigidos a la destrucción del hombre.
Su gran malicia, su astucia, sus mentiras, sugerencias, sus insinuaciones y
tormentos se dirigen a la mente y al corazón humano. El trata de aplastar toda
obra buena, de destruirla, de esconderla. Toda la malicia que su mente es capaz
de poseer quiere inyectarla en las almas. Contra estos ataques, Dios nos da su
protección: si el hombre tan solo cooperara y correspondiera.
En
1994, antes de la Conferencia en el Cairo, donde se determinaban temas de gran
impacto para el futuro moral y social de la humanidad, Su Santidad Juan Pablo
II, pidió a todos los fieles católicos, que rezáramos la oración a San Miguel
por la intención de esa conferencia.
Si
en tiempo de tentación, tenemos el coraje de reprender al maligno y clamar la
asistencia de San Miguel, el príncipe de la milicia celestial, el enemigo por
seguro saldría huyendo. Si deseamos tener su protección, debemos imitar sus
virtudes, especialmente su humildad y su celo por la gloria de Dios.